lunes, 2 de abril de 2012

Ni huevos de pascua, ni conejitos... ¡pestiños!



Vaya por delante que no tengo nada en contra de las costumbres y recetas extranjeras. De hecho (y en este blog ya hay alguna prueba de ello), me encanta probar y experimentar con ingredientes y platos típicos de otros países. Sin embargo, me da un poco de lástima que en muchos blogs españoles veamos estos días infinidad de recetas y proyectos DIY enfocados a la pascua y al modo en el que se celebra más allá de nuestras fronteras: conejitos, huevos de pascua, colorines por todos lados... No me parece mal adoptar también esas nuevas ideas, siempre y cuando no sea en detrimentos de lo que nosotros hacemos, celebramos y saboreamos estos días.

Sobre todo, siendo de Sevilla, sería una pena desperdiciar todo lo que mi ciudad tiene que ofrecerme. En Sevilla estos días huele a azahar, a incienso, a miel y especias. Hoy, por desgracia, olía también un poco a tierra mojada. Sevilla estos días huele a familia, a zapatos nuevos, a la túnica recién planchada esperando que toque su día. Huele a fe y a tradición, pero también a alegría y al caramelo que piden los niños.

Así que esta vez, he dejado aparte mi afán de internacionalización y me he decantado, con mucha paciencia y una compañía entregada, a estos dulces de origen árabe que llevan nombre de primavera: ¡pestiños!


INGREDIENTES

  • Medio kilo de harina
  • 200 ml de vino blanco
  • 200 ml de aceite de oliva virgen
  • un chorrito de anís seco o dulce
  • una pizca de sal
  • una pizca de canela
  • 10 gr de matalahúva o anís en grano
  • 10 gr de ajonjolí
  • la piel de una naranja
  • miel abundante (medio kilo aprox)



PREPARACIÓN
  • Calienta el aceite con la cáscara de naranja para aromatizar. En un bol prepara la harina y haz un hueco en medio.
  • Cuando el aceite esté caliente, retíralo del fuego, saca la cáscara de naranja y añade las semillas de sésamo y anís. Deja enfriar 2-3 minutos y a continuación viértelo en el hueco de la harina.
  • Añade a la mezcla el vino y el chorrito de anís.
  • Remueve primero con una cuchara para integrar todos los ingredientes y después amasa con las manos hasta conseguir una pasta homogénea y que se pegue a las manos lo menos posible.
  • Deja reposar una hora.
  • Transcurrido el tiempo de reposo, haz pequeñas bolitas con la pasta, aplástalas bien hasta que tengan el menor grosor posible y ciérralas sobre sí mismas, como tapando el centro de la circunferencia con los dos extremos. Así se les da su forma típica. (A mí me gusta hacerlos y comerlos pequeñines, para eso hay que coger bolitas de pasta muy pequeñas... se hace un poco más largo pero después merece la pena!)
  • FORMA ALTERNATIVA bastante más rápida: Puedes extender la masa con un rodillo hasta formar una capa finita y a continuación cortar círculos o cuadrados del tamaño deseado. Después se doblan sobre sí mismos y punto.
  • Cuando los tengas, fríelos en en aceite de girasol que no esté excesivamente caliente. Así evitarás que se queden crudos por dentro y hechos por fuera.
  • Preparamos en una olla o perol la mezcla para enmelar los pestiños: ponemos la miel a fuego lento y rebajamos con agua. La proporción agua-miel es muy personal, depende de cuán "melosos" quieras los pestiños. Pero es bueno que, al menos al principio, la mezcla sea más bien líquida (conforme el agua se vaya evaporando la mezcla va convirtiéndose en solo miel).
  • Cuando los pestiños estén doraditos, los sacamos del aceite y los pasamos por la mezcla de miel, dejando que se bañen abundantemente. 
  • Los ponemos en una bandeja y ¡listo!



Para esta receta confieso que también ha habido un proceso de ensayo-error... pero como me pasó la última vez, me alegro de haberme equivocado la primera vez para haber aprendido a base de bien y poder ofrecer aquí una receta 100% fiable. Así que no tenéis excusa, que todavía queda mucha Semana Santa por delante... ;)